Cuando el humano lo captura es por error, vive la mayor parte de su vida solo, por lo que merodea las aguas sin la compañía de algún amigo y, encima, cuando alguien lo ve, lo primero que dice es: «¡Qué grotesco!». Así es la vida de un pez gota.
Ni el patito feo era tan feo
El pez gota, cuyo nombre científico es Psychrolutes marcidus, es una especie marina que habita las aguas del continente océanico; regularmente se le ha encontrado en Australia, Tasmania y Nueva Zelanda. Es un pez gordinflón que llega a medir hasta 40 centímetros de largo, no tiene escamas como los demás: ¡su piel es gelatinosa!, se dice que sus ojos son muy grandes para que pueda ver en la oscuridad. Lo más curioso es que una vez fuera del agua, parece como si su cara entristeciera y además tuviera una narizota, pues todo él se desparrama; esto se debe a que sus huesos son muy blandos.
Al no ser tan activo y carecer de dentadura, el pez gota tampoco es un gran depredador, apenas llega a comer lo poco que se le atraviesa en su camino.
El amor no es para él
Aún se estudia la reproducción de este curioso animal, pues no vive en cardumen sino en soledad total. Sin embargo, los investigadores han encontrado que cuando llegan a aparearse, el macho y la hembra están juntos hasta que los huevos eclosionan, los cuales son muchísmos. Lo triste es que pocos de éstos llegan a la edad adulta.
El colmo de la mala suerte
Resulta que lo poco que se sabe de este pez es porque, tal como Dory en la película Buscando a Nemo (2003) las redes usadas por los grandes barcos de pesca lo llegan a capturar accidentalmente, debido a esto es una especie vulnerable, aunque el ser humano no lo persiga para comerlo o para sus acuarios. Por ello, casi todas las fotos que se han obtenido de este pobre pez es cuando está muerto.
Muchas gusto la información pero me gustaría que pongan una foto de verdad