En el oscuro y temido pantano de la historia del lenguaje podemos encontrar, si queremos sumergirnos en el lodo, fósiles que se aferran a no abandonar un poco de vida. Ahí están los fantasmas de las palabras olvidadas, los cráneos con los dientes pelones pero ya sin lengua.
El lenguaje es una travesura, así tal cual. Quien le dio permiso a la «j» de juntarse con la «e» para hacer palabras como jengibre, jeroglífico y jerarquía; pero que no lo hiciera con geranio, germen y geriatra porque ésas son para la «g».
Hace ya muchos ayeres, en esos oscuros tiempos, en los que el latín comenzaba a transformarse en otros idiomas, sucedió el más terrorífico caso de mutación: la linda y tierna doctora Efe, se convirtió en la despiadada señora Hache.