Aunque no lo creas, las grullas y los árboles tienen algo en común: de ahí la palabra pedigrí.
La grulla es un ave de patas muy largas y flacas que mide casi metro y medio de altura. Tiene el pico en forma de cono, cuello largo y negro y plumaje gris; es un ave de alto vuelo y suele mantenerse sobre un pie cuando se posa.
En tiempos muy antiguos, cuando la gente hablaba latín, a la «pata de grulla» se le decía pedís grus. De este idioma pasó al inglés como pedigree y luego al español, pero con un nuevo significado.
Resulta que las patas de las grullas son muy parecidas a las líneas de un árbol genealógico, ese dibujo en forma de árbol donde pones tu nombre y el de tus antepasados para que puedas conocer la historia de tu familia.
Por lo tanto, el término pedigrí se usa en español para referirse a la genealogía de algunos animales, aunque en inglés también se refiere al linaje —antepasados y descendientes de una familia— de las personas. Por ejemplo, para los reyes es muy importante saber todo sobre sus familiares pues heredan reinos, riquezas y muchas responsabilidades.
Cuando un animal tiene pedigrí —que también es un documento que comprueba su linaje— es valioso, pues se reconoce que sus papás, sus abuelos y demás antepasados son de buena raza. Se ha de sentir muy importante, ¿no crees?